Dani y José Carlos, José Carlos y Dani. Hace 3 años que los Hernández Menéndez imparten cátedra en el Vicente Trueba. En enero de 2018, Dani aterrizó en Torrelavega procedente del Teucro gallego para unirse al equipo en el que militaba su hermano desde 2014 y que acababa de eliminar a los gallegos de la Copa del Rey. Desde entonces, se han convertido en pilares fundamentales del Bathco BM Torrelavega. Dos jugadores experimentados y comprometidos que comparten a partes iguales sus lazos de sangre y su amor por el balonmano.
Criados en Burela, una pequeña localidad en la Mariña lucense, ambos llevan toda la vida dando vueltas por España con el balonmano. Sin embargo, únicamente han compartido vestuario en dos ocasiones. La primera, en Palma del Río, en donde defendieron la camiseta del ARS durante dos temporadas: una en Plata y otra en ASOBAL. La segunda, la más larga hasta la fecha, es la etapa torrelaveguense de esta sociedad deportiva-familiar que se ha integrado perfectamente en el entorno naranja.
Para ambos, jugar juntos es “algo muy especial”, pero destacan que en el 40×20 son “dos compañeros más”. “Lo único diferente es fuera de pista” dice Dani. “Es bonito saber que tienes a tu hermano en la misma ciudad”. Esa confianza conlleva que “en la pista, a veces choquemos más que con el resto de compañeros” admite José Carlos. Cosas del amor fraternal.
Para José, el pequeño de los hermanos, tener a Dani en el vestuario “es un lujo”, y afirma que aunque pasen los años “me sigo fijando en él como cuando éramos críos”. A la hora de destacar algo de su hermano mayor, José habla de su capacidad táctica y su importancia en los equipos, subrayando que “cuando Dani no está cómodo en pista, el equipo sufre”.
Sin embargo, entre tanto “jabón”, también son capaces de lanzarse algún cuchillo. Así, José le recuerda a Dani sus “peleas con el arbitraje”, mientras que el mayor, hábil al contraataque, desliza que a su hermano le cuesta “aprender cosas nuevas”. A pesar de ello, no puede evitar deshacerse en elogios, definiendo a su hermano como “dominador de todas las facetas y posiciones del juego”.
Esto último es algo que ambos comparten, en gran medida por su amor al balonmano. De hecho, a largo plazo, los hermanos no se ven de otra forma que no sea ligados a este deporte. “No sé lo que seré, pero seguro que si es sábado voy a estar en un pabellón” dice Dani. Ahora mismo, ambos se están formando para ser entrenadores. José Carlos, aunque tampoco sabe cómo acabarán, tiene claro que “llevamos el balonmano en la sangre, de una manera u otra seguirá con nosotros”.
Con todo esto, los hermanos han vuelto al trabajo con las energías renovadas. Aunque lamentan que el parón llegase en “el mejor momento del equipo”, confían en mantener la dinámica. Para ambos, los próximos partidos “son claves de cara al objetivo”. A pesar de su veteranía, Dani y José atesoran una ilusión y unas ganas intactas, más propias de un juvenil que de dos de los jugadores más reputados de la categoría. Armados con eso y con su inmensa calidad, los Hernández seguirán siendo marineros de lujo para el barco naranja, que ya se prepara para enfrentarse a la tormenta que se desatará a partir del 23 de enero.