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Carta despedida Alberto Pérez

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Casi no me salen las palabras para expresar lo que siento por este club. Aquí, en mi ciudad, con tan solo 8 años comencé a corretear por el parqué del Trueba. Nunca eran demasiadas horas si había balonmano. Daba igual jugar que ser el mopa. Aquí, en este pabellón, tuve la suerte de crecer por dentro y por fuera. Como jugador y como persona.

Solo abandoné mi casa una vez. Y lo hice por cumplir mi sueño. No fue fácil. Disputar minutos en ASOBAL es lo máximo para un profesional de este deporte y el Teka de entonces me brindó esa oportunidad. Recuerdo compartir vestuario con grandes jugadores y enfrentarme a otros tantos. No me puedo olvidar del orgullo que sentí la primera vez que me puse la camiseta nacional. Vestir de rojo es una sensación indescriptible. De aquella época conservo medallas, recuerdos y un sinfín de amigos a los que veo partirse la cara en los partidos de la tele.

Jamás pensé escribir estas líneas y no os hacéis ni idea de lo duro que es. Siempre imaginé mi despedida desde la pista y no refugiado tras un papel. Sabéis que me he dejado la piel en cada jugada, que jamás me guardé nada, que siempre he apostado todo lo que tenía dentro por recuperar ese balón o por ayudar a los míos. Pero hoy mi cuerpo dice que toca descansar.

El año pasado superé una lesión gravísima en la mano derecha. Nadie sabe por lo que he pasado salvo mi familia. Fue muy jodido y fueron muchos los que pensaron que era el final. Mi alma naranja y mi compromiso con este club me empujaron a seguir. “Un año más y lo dejo”. Quería irme desde dentro, sintiéndome jugador de balonmano. Al fin y al cabo, es lo que soy y lo que seré siempre.

Una inoportuna lesión de rodilla ha frustrado mis planes. No puedo más amigos. De verdad. Tengo que decir adiós a las canchas. Con las lágrimas en mis ojos toca pasar a otro plano que no sea el deportivo. Me ha costado enormemente llegar a este punto. De hecho, pensé que nunca llegaría, pero ahora toca pensar en mí y en los míos.

Ahora, lo justo, lo que me sale, es dar las gracias. Gracias porque sin vosotros, nada de esto tendría sentido. Estoy enormemente agradecido a todos los que habéis disfrutado conmigo: con mis defensas, con mis goles… Siempre quise dar lo mejor de mí para que os sintierais orgullosos y disfrutaseis. Así me sentía yo cada vez que salía del vestuario del Trueba y os veía ahí.

En esta carta, no sería justo omitir a mis padres a los que estaré eternamente agradecido. Mil gracias. Sin vosotros no hubiera conseguido nada y no sería como soy. Eternos en la grada del Trueba, para lo bueno y para lo malo. No puedo olvidarme tampoco de mi hermana Virginia, “balonmanera” a la fuerza y apoyo firme en todos los momentos delicados.

Gracias también a mi principal compañero de viaje en esta preciosa aventura. Gracias Jorge por enseñarme este mundo tan maravilloso. Ahora, espero seguir tu ejemplo y enseñárselo yo a mi hijo. Ojalá lo haga la mitad de bien. Sería la hostia.

Gracias a mis compañeros. A todos los que se han partido la cara conmigo durante 23 años. A todos los que me levantaron del suelo y a todos los que han pasado de ser compañeros de parqué a amigos.

Gracias a una directiva que siempre confió en mí, que me renovaban sin preguntas, que jamás dudaron de mi sacrificio. Gracias también a todos a mis entrenadores, desde el primero hasta el último. Por toda la paciencia y por todos los valores que me habéis transmitido. Entre todos, me habéis hecho mejor persona.

Después de 23 años en la brecha, no quiero trofeos porque sé que se van a llenar de polvo. De verdad, no los necesito. Los mejores recuerdos que tengo están en mi corazón. Ahí os llevo a todos para siempre.

Alberto Pérez

Capitán del Balonmano Torrelavega

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