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Caer y levantarse

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A lo largo de la historia, la humanidad ha conocido infinidad de pueblos guerreros conocidos por su valentía y sus gestas. Desde los espartanos a los mongoles, pasando por los vikingos y los romanos y llegando hasta los cántabros, sin duda alguna el pueblo más fiero. Sin embargo, si hay algo que define a todos y cada uno de estos guerreros es su capacidad para reponerse de los golpes. Al igual que los soldados de #TheOrangeSquad, lo que importa no es la caída, sino la fuerza con que te levantas.

El pasado año, el Bathco BM Torrelavega sufrió golpes duros como la lesión de Sergio Crespo, pero quizás el mayor ejemplo de superación de todos sea el de Antón Setién. Antón disputó en Córdoba su tercer partido tras su recuperación y anotó su primer gol. El tanto con el que batió al insuperable Fernando Torres cierra un ciclo que se remonta al 5 de octubre de 2019. Ese día, Antón marcaba su último gol en una derrota de los naranjas frente a Condes de Albarei Teucro.

Un mes después, tras haber estado de parón por una lesión en el isquiotibial, Antón notó en un entrenamiento como crujía su rodilla. Nunca había sentido nada parecido, pero se lo imaginaba. “Cuando abrí los ojos vi a Isi (Martínez) tapándose la cara”, recuerda Antón. Dos días después llegaba el inevitable diagnóstico: cruzado, anterior, menisco y rótula, la peor lesión imaginable para un deportista.

Fue la primera lesión grave que sufría Antón. El joven extremo admite que “fue muy duro, era un momento en el que estaba muy cómodo en el equipo” y que “lo peor fue asumirlo, me lo tomé bastante mal”. Momentos muy duros que Setién dejó atrás pensando que “no queda otra, hay que tirar para adelante y enfocarte en volver a jugar”. Para haberlo conseguido, Antón considera fundamental el apoyo de Sergio Crespo. “Él había tenido cruzado y menisco poco antes y nos ayudamos mutuamente”. El extremo solo tiene palabras de agradecimiento para su compañero, definiéndolo como “un hermano mayor durante el proceso, ha tirado mucho de mí”. 

 

Las circunstancias obligaron a Antón a comenzar su rehabilitación en plena pandemia. “No pude empezar la rehabilitación, pero me llamaron Alberto (Nava) y David (Huarte) y pude apañarme desde casa” recuerda con una sonrisa incluso melancólica. “Luego llegó el verano y di el salto grande, pisar la pista”. Ese paso importante le llevó a noviembre, cuando vuelve a entrar en la dinámica de grupo.

No obstante, su retorno no fue un camino de rosas. A los pocos días tuvo un pequeño susto. “Caí mal en un salto, la rodilla giró y volvió a sonar”. Volvieron entonces el dolor y los fantasmas, pero Antón los espantó al día siguiente, solo era una inflamación. Un mes más de parón del que sacó una importante enseñanza, que confiesa entre risas: “Ya no me salto el día de pierna en el gimnasio”. En diciembre, Antón volvió definitivamente para quedarse.

Ahora en su cabeza solo queda una cosa por hacer, “devolver la confianza” que todos han tenido en él. Algo que, en un jugador de la calidad de Antón, llegará inevitablemente con el paso de los partidos. El resurgir de un guerrero caído en combate y que vuelve con más fuerza que nunca, todo por un objetivo ante el cual Setién no puede estar más convencido: “Lo vamos a conseguir”.

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