El mundo del deporte tiende a magnificarlo todo. Cada victoria es un hito “histórico” y cada derrota una situación de “alarma”. Sin embargo, los números y la realidad no entienden de exageraciones. El Balonmano Torrelavega, al que muchos han dado ya como desahuciado, puede cerrar el 2014 muy cerca de los puestos de salvación. Una victoria en el último partido del año dejaría a los cántabros pegados al resto de equipos que pelean por eludir el descenso y traería unas Navidades más o menos tranquilas a todos los miembros de la familia naranja.
Conscientes de lo importante que resulta este enfrentamiento, los torrelaveguenses han puesto toda la carne en el asador. Alberto Pérez, con puntos de sutura en un dedo de la mano derecha, forzará para jugar, mientras que Guille Barbón está adaptándose a una máscara protectora que le permita disputar el choque a pesar de tener la nariz fracturada. La única duda para el encuentro del sábado será Sergio Crespo, afectado por un virus. El santanderino ya se encuentra mejor y, en principio, viajará con el resto del grupo pero no ha podido ejercitarse durante toda la semana.
Con Crespo o sin él, los cántabros esperan sumar en la visita a un rival de la zona media- baja de la tabla. El Handbol Bordils ocupa la undécima plaza de la clasificación y viene de empatar en la pista de Algemesí. Eduard Nono es la principal referencia ofensiva de los gerundenses.
El factor “autobús”
El partido se disputará el sábado, día 20 de diciembre, a partir de las 20:00 horas en el pabellón municipal “Blanc i Verd” de Bordils y el BM Torrelavega viajará en el día. Los cántabros recorrerán más de 800 kilómetros en autocar justo antes de disputar un encuentro trascendental para sus aspiraciones. Seguro que si el choque se salda con victoria visitante, el regreso es muchísimo más llevadero.
